Donald Trump, asume un nuevo mandato en la presidencia de Estados Unidos, reveló una serie de posturas políticas drásticas que marcan un giro significativo respecto a las políticas implementadas durante la administración de Joe Biden. Uno de sus principales objetivos es revertir las normativas relacionadas con el género y la diversidad, centrándose en restringir el uso de fondos federales para procedimientos de transición de género, como cirugías y terapias hormonales.

Dentro de su agenda, Trump también busca eliminar los programas gubernamentales dedicados a la diversidad, equidad e inclusión (DEI), los cuales considera una forma de despilfarro y una amenaza a los valores tradicionales de la nación. Su propuesta incluye eliminar los planes de acción enfocados en la justicia social y la equidad, con el fin de reducir el gasto gubernamental.

En cuanto a la política de género, el mandatario plantea que las agencias federales traten a los individuos según su sexo biológico, priorizando posturas tradicionales en este aspecto. Esta iniciativa también contempla cambios en los documentos oficiales, como pasaportes y visados, en los que se requeriría que los solicitantes declaren explícitamente su sexo.

Trump también tiene en mente modificar las normas en las prisiones federales y centros de detención para inmigrantes, creando espacios segregados por sexo y prohibiendo el uso de fondos públicos para procedimientos de transición de género. Con esta serie de medidas, busca consolidar su visión de una sociedad en la que prevalezcan los valores tradicionales y la reducción del gasto en políticas de inclusión.

Estas propuestas, que han generado un intenso debate en la esfera política y social, evidencian un enfoque conservador que desafía los avances en derechos civiles y políticas inclusivas impulsados en años recientes.